Noticia Ciudadana

Noticia Ciudadana (3)

 

Horacio Millán Pelayo Columnista 
Publicado el Martes, 18 Julio 2017 14:36

TREINTA Y DOS REFERENCIAS DE LA MÚSICA COLOMBIANA SOBRE VIOLENCIA Y CONFLICTO HISTÓRICO

TREINTA Y DOS REFERENCIAS DE LA MÚSICA COLOMBIANA SOBRE VIOLENCIA Y CONFLICTO HISTÓRICO

Por HORACIO MILLÁN PELAYO

“Lo poco que cuesta un tiple y lo bonito que suena; lo mucho que cuesta un rifle y lo tan jeroz que truena”.
Jorge Velosa.

 

La música funciona como una radiografía del sentir social, un grito de esperanza y a veces de desespero; como todas las músicas, se le compone al amor, a las vivencias cotidianas del ser humano en sus contextos particulares. La violencia que por años ha vivido la patria no es ajena al registro sonoro y constituye en sí un aporte a la historia como narración del sentir cotidiano, de las frustraciones y expresiones del impacto en lo social en el ser individual, la familia y el modo de vida.

 

 

Renato Paone Columnista 
Publicado el Domingo, 17 Abril 2016 13:42

EL SINDROME DE LA AUTODESTRUCCIÓN

BELLO (ANT). EL SINDROME DE LA AUTODESTRUCCIÓN
Léase con sarcasmo y sensatez 

RENATO PAONE


Es una teoría fácil de entender, basta con mirar el entorno, todo está llegando a su fin.   Algunos investigadores dirán que es una actitud genética.  Los de corrientes más sociales dirán que es una simple costumbre.  Algunos fanáticos asegurarán que estaba escrito; el caso es que es real, al menos parece muy real, todo está llegando a su fin; la comida, el agua, la gente, la radio, la televisión, la gasolina, la música, y dentro de todo ese todo entran, lógicamente, las costumbres y con ellas las músicas tradicionales.   El final de los tiempos es inevitable y lo vimos en mi pueblo cuando don Gabriel cerró su restaurante, dejando afuera una fila de clientes hambrientos, porque ya nadie comía.

 

Renato Paone Columnista 
Publicado el Lunes, 21 Diciembre 2015 13:18

ORIGENES: Músicas campesinas y colombianidad

BELLO (ANT).      Lo poco que crecí lo hice en un pueblito situado en un rincón del valle de aburrá a donde el viento de media Antioquia se dirigía encajonado entre las montañas para ir a parar a las mangas1 de Niquía2 permitiéndonos tener uno de los mejores sitios en el mundo para elevar cometas, y bien aprovechadas que eran esas mangas, no solo volaban las renato paonecometas, volaba también la imaginación o quizás entrabamos en una especie de trance que nos permitía escuchar los cuentos que desde otras tierras nos traía el viento. Y entre cometas, viento, quebradas cristalinas y amigos, pasaban las horas para cerrar los días con otro maravilloso espectáculo pueblerino, la llegada del tren Carguero de sueños y comida traía a diario toneladas de alimentos, maquinaria y animales junto a centenares de habitantes de otras tierras. Allí, en la última parada antes de llegar a la “gran ciudad” se quedaba el campo.

Como aún era pequeño y silencioso el pueblo podíamos escuchar el pito del tren cuando se acercaba y corríamos a ver el espectáculo de su llegada a la estación: bajaban gran cantidad de personas, algunas, con equipaje ligero, venían a hacer vueltas3, otras, 12cargadas de corotos4 y sueños venían atraídas por la pujante industria textil y con la convicción de que aquí si había futuro, no como en el campo, que a pesar de tenerlo todo siempre nos han enseñado que hay que abandonarlo. El pueblo se iba llenando de nuevos colores, olores, sonidos y amores.

Una de las cosas más valiosas que trajo ese arrume de montañeros fue su música campesina, y no es que acá no la tuviéramos, sino que cada uno traía su propio sonido, entre tantos corotos siempre venia una guitarra, un tiple, una bandola o un violín, de aquellos de tradición paisa tocados “de oreja”. Sonidos amañadores y fiesteros, canciones llenas de dulzura, de