En la capital antioqueña residió por unos 50 años y fue tal vez la época más fructífera de su larga carrera musical; residenciado en Medellín, se desempeñó como Director de Extensión Cultural en 1970, en la gobernación de Jaime. R Echavarría, impulsando proyectos vitales para el desarrollo y difusión de la música en Antioquia: Plan Departamental de Bandas, La Música en Antioquia y Conozcamos nuestra música colombiana.
No sólo era director, arreglista y virtuoso ejecutante de instrumentos de cuerda, sino que musicalizó obras de gran importancia como “El marco de tu ventana”, “Reproche”, “Dulce amiga”, “Ya no canta el abuelo”. Compuso obras de la talla de “Bandolita”, “Campanitas”, “El cucarrón”, “Te extraño”, “El duende” , “Llámame”, “Caimaré”, “Pajobam”, “Bochicaniando”, “El silletero”. Obtuvo numerosos galardones por sus composiciones.
El Cucarrón, creado en 1948, partió en dos la historia del pasillo en Colombia. Fue una obra que le inyectó energía a una melodía triste y romántica, lo que muchos consideraron una irreverencia.
Aunque nació en Norte de Santander, por decreto y por afecto fue declarado hijo ilustre de Antioquia, región en la cual durante cuarenta años estuvo componiendo música. Entre sus 600 composiciones instrumentales y canciones como pasillos y bambucos, se cuentan las ganadoras en concursos de música colombiana, y entre los enamorados ya son de antología canciones como Te extraño, Llámame y Qué importa.
Y, para que la música no falte en los pueblos, logró que 56 municipios antioqueños conformaran una banda con su respectivo director.
Con su esposa, Fanny Cataño, tuvo dos hijos, Luis Guillermo y Jorge Enrique, ambos ingenieros.
La Gobernación de Antioquia, mediante Decreto 4488 de noviembre de 1.989, resuelve en su artículo primero: “Declarar por adopción que nos enorgullece como hijo ilustre de Antioquia al maestro Luis Uribe Bueno”.
En el campo de la técnica, fue famosa su propuesta de escribir el bambuco en compás de seis octavos, preferiblemente al de tres cuartos. Con ello quería acentuar el sabor auténtico y bailable de nuestro aire andino, tal como se toca en los Santanderes, Tolima, Huila y Cauca, según lo afirmaba el maestro, y atenuar el toque lírico (también valioso) con que se ejecuta en la región paisa.
En algunos círculos de amantes de la música colombiana en Medellín, aún se recuerdan esos conciertos que el maestro dirigía usualmente los días jueves, en los que hacía didáctica sobre nuestros aires colombianos al nutrido público del Teatro Porfirio Barba Jacob de Medellín; en esas citas, con ayuda de importantes intérpretes, mostraba la diferencia entre el bambuco, el pasillo, la guabina y la riqueza sonora de un tiple, un requinto o una tambora.
Falleció en su casa de San Joaquín de la ciudad de Medellín, el lunes 10 de julio de 2000.